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"El dilema del picor: alivia temporalmente, pero puede intensificar la inflamación y ofrecer defensa ante infecciones" | Salud y bienestar | EL PAÍS

Pocas conductas son tan irrefrenables como rascarse al experimentar una picazón en la piel. Se trata de una respuesta natural e instintiva del organismo ante la sensación de picor; sin embargo, encierra una extraña paradoja: el rasguño suele agravar los síntomas y prolongar la curación de una afección cutánea, aunque, al mismo tiempo, proporciona un placer inusitado, un curioso deleite que hasta ahora resulta inexplicable para la ciencia.

Una nueva investigación publicada este jueves en la revista Science ha arrojado ahora luz sobre este aparente contrasentido y, a partir de experimentos en modelos animales, ha revelado la naturaleza dual del rascado: efectivamente, esta conducta exacerba la inflamación y los autores han descrito incluso los mecanismos que explican por qué agrava los síntomas; pero también han descubierto que ese placer asociado al rascado esconde un mecanismo evolutivo que genera un beneficio adaptativo, pues rascarse ayuda a defenderse contra las infecciones bacterianas de la piel.

Los científicos, de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos), se propusieron desentrañar cómo funciona ese ciclo insaciable de picor-rascado-inflamación que aparece en muchas enfermedades cutáneas, como la dermatitis (eccema) o el prurito (picor prolongado). Para ello, hicieron un experimento con ratones para inducirles una dermatitis alérgica de contacto, que es una reacción alérgica a una sustancia que provoca sarpullido, hinchazón y picor: los investigadores usaron alérgenos que provocan picor para generarles ese cuadro en las orejas de ratones normales y también en modelos modificados genéticamente para no sentir la picazón (porque carecían de una neurona que detecta esa sensación).